viernes, 12 de junio de 2009

Importante acento

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Florentino Pérez colecciona futbolistas galácticos como otros lo hacen con submarinos a escala de la II Guerra Mundial o arcaicos portulanos. Él ve un galáctico y es que no se puede resistir: la mano se le va sola a la chequera. Así que en su segundo paso por la presidencia del Madrid, ya decidió pagar 65 millones al Milan de Berlusconi por el futbolista brasileño Ricardo Izecson dos Santos Leite, Kaká en su vida astral. Poca cosa, debía decirse el ser superior, en famosa definición de Butragueño, así que unas cuantas horas después se agigantaba y superaba su propia hazaña: abonará 93 millones por Cristiano Ronaldo, galán portugués que jugaba en el Manchester United. Recordemos, porque los ciudadanos tenemos la memoria corta, que en su anterior etapa en el Real Madrid el presidente recolectó a los supergalácticos Zidane, 72 millones del año 2001; Figo, 61 de 2000; Ronaldo, 44 de 2002, o Beckham, 35 de 2003. Pérez -¿tampoco se acuerdan?- se fue de mala manera.

Volvamos a Kaká y Cristiano Ronaldo y sumemos a su traspaso los más de nueve millones que cada uno de ellos cobrará anualmente de ficha: casi 200 millones. Poca cosa en estos tiempos de grandes abundancias y pleno empleo: más del dinero que España dedica a conservar todos sus parques nacionales, tres veces el presupuesto de la Biblioteca Nacional o del Museo del Prado; 200 millones que equivalen a nueve hospitales de 100 camas o a 42 residencias para mayores...

Pérez funge, como todos saben, en el planeta inmobiliario. Experto en burbujas, pues. ¿Podríamos convenir en que una burbuja económica se forma cuando se adjudican a determinados bienes precios muy superiores a sus valores intrínsecos? ¿Les parece 130 millones un importe ajustado al valor de Cristiano Ronaldo? ¿Y los más de 100 por Kaká? Más datos para enmarcar estas compras suntuosas: la Liga tiene a día de hoy una deuda de entre 3.500 a 4.000 millones. De ellos, 1.332 se deben a fichajes. Sólo el Madrid debe cerca de 550 millones. Nada que el hombre que sí amaba las burbujas no pueda solucionar: ya los pagarán las televisiones o, mejor, unas cuantas torres en suelo recalificado

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