martes, 29 de septiembre de 2009

Javier Ruiz

EL IVA DA MÁS DINERO Y MÁS IMPUNIDAD: ES LA PERFECTA ARMA EN MANOS DE UN POLÍTICO

Dice la teoría económica que los impuestos indirectos –los que gravan un bien, independientemente del dinero que tenga quien lo compra—son socialmente injustos. Cuando unos pañales se encarecen veinte euros, lo sufren más quienes menos tienen. Para quien cobra 1.000 euros al mes, eso supone un 2% más de presión fiscal. Para quien es millonario y cobra 10.000 euros al mes, la presión es sólo un 0,2% mayor. Es lo que en jerga se conoce como “impuesto regresivo”.
¿Por qué acaba de aprobar un gobierno que se autodefine como “social” una medida cuestionada “socialmente”? ¿Por qué se opta por una subida del IVA que pagamos todos? Dos claves explican por qué: por economía y por psicología… política.
Económicamente, el IVA proporciona mayor recaudación. Es un impuesto más amplio y –teóricamente—menos sujeto a la evasión. El gobierno que opta por el IVA se ahorra el esfuerzo de perseguir el fraude. Ni las grandes fortunas ni los pequeños consumidores suelen evitarlo.
Pero, sobre todo, psicológicamente, el IVA proporciona menos percepción. ¿Sabe usted cuánto paga en impuestos por cada litro de gasolina que reposta? ¿Cuánto le suponen los impuestos del último IPod que se compró? ¿Cuánto es luz en su factura de la luz y cuánto impuestos?
Lo que el gobierno acaba de aplicar es una técnica económica que se conoce como “dilución de los pagos”. Es la misma técnica que utiliza su tarjeta de crédito (cuando un gasto aparece camuflado entre otros 200, adquiere menor relevancia), su banco (una factura entre otras 20 sobresale mucho menos) y, desde hoy, también su gobierno. La psicología política es sencilla: evitar que usted recuerde cuánto paga en impuestos… sobre todo si su declaración de la renta cayera cerca de una cita electoral.

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